17.4.08

AFRIKALDÍA IV





He conocido, me dice, un cooperante. Tiene la mirada ausente muchas veces. Es sincero. Puedo agarrarme a sus piernas si me asusto, y me protege. Puedo enfrentarme a sus ojos sin sentir su compasión.

Tiene la piel del color de la tierra ke le adopta. Tiene las manos abiertas y los bolsillos vacíos. No me busca por caminos, y me encuentra. No viene a salvar mi vida, pero como no lo intenta, lo consigue. No kiere darme esperanza, no me engaña. No me besa en la cabeza, no me acaricia la cara, no se sienta junto a mí para ver pasar el tiempo.

Afrika camina sola, pero sabe ke camina junto a otros. Sabe que sin ellos kizás no sería. Sabe ke sin ellos, kizás, no podría caminar.

He conocido, repite, un cooperante. Sé que sufre como yo, las mismas cosas. La corrupción lo extorsiona, como a mí. Y me asusta que pueda pensar que soy yo quien lo permite.

El dolor ke tengo dentro se le mete en las entrañas. No aguantará mucho tiempo pero sé ke volverá. Porke siempre ke se va se olvida algo. Porke siempre, antes de irse, mira atrás desde la puerta y en su mirada adivino, entre gritos de injusticia, rastros de melancolía.

Después Afrika me mira suplicante, la veo triste como nunca. Preocupada. Veo incluso en su mirada algo de resentimiento ke se mete entre sus manos y las mías. Ke se mete entre sus manos y las piernas de su amigo.

Resentimiento con rabia porke hay gente ke le impide sujetarse a sus rodillas. Resentimiento con rabia. Resentimiento de historia sin vuelta atrás, sin remedio.

Afrika no se acostumbra, aunke kiera, a su presencia. No se acostumbra a su ausencia. No se acostumbra a estar viva, ni a estar muerta. No se acostumbra a pensar ke tiene ke acostumbrarse.



Afrika se duerme sola pero sabe ke muy cerca un cooperante descansa, o lo intenta, y está solo, como ella.

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