28.4.08

LA ÚLTIMA AFRIKA

Me despido de ella desde el mismo lugar desde el ke la vi por primera vez, desde la ventana del avión, ya parado. En el aeropuerto. Me despido de ella y no puedo pensar.

Angustia. Algo me oprime en el pecho, me ahoga, no me deja respirar. Siento ganas de llorar pero no encuentro las lágrimas. Siento ganas de llorar. Sólo ganas.

Me mira fijamente, con los ojos muy abiertos, muy redondos. Me mira con esa mirada oscura ke me sorprendió una mañana hurgando en la mochila. Con esa mirada ke se te mete tan dentro, ke te deja ver tan dentro.

Siento ganas de llorar pero se atascan los llantos en algún lugar de mí. Un lugar profundo ke no alcanzo a encontrarme.

Cuando el avión enciende los motores siento un desgarro en el estómago. Me sobresalto, cierro los ojos. Vuelvo a abrirlos y no está.

Kizás sea la despedida más amarga ke ha existido. Kizás sea la despedida más fría, más dolorosa. Pero así se despide Áfrika.

El avión ya está volando. Estoy alejándome de ella. No sé si la volveré a ver. Hay tantas cosas ke he olvidado decir, tantas cosas ke hubiera kerido decir. Hay tantas cosas ke nunca se dicen.

A mitad de camino rompo a llorar. A partir de este momento sólo perderé recuerdos. Sólo perderé a Áfrika un poco más cada vez.

17.4.08

AFRIKALDÍA VI

A través de la ventana, sin cristal y sucia, carcomida por las lluvias del verano, Afrika adivina la cara de un niño ke una vez cargó. Ke llevó por dentro y ke, en un momento, se escapó de ella.

Trata de recordar su cadencia un poco desesperada, su latir, su intermitencia, pero, igual ke la ventana, su memoria también se ha empañado con el polvo de los días. Pero recuerda su nombre y por eso no se asusta. Su identidad aparece algo borrosa en la noche, y no puede permitirse ser la culpable de eso.

Afrika mira la luna, ke esta noche es casi llena y no dejará ke amanezca hasta repetir, por orden, los nombres de cada uno de los ke una vez cargó, de los ke llevó con ella encima de sus entrañas, de los ke llevó con ella tras sus pechos de madre, sus pechos de niña.

Kizás la noche sea eterna, kizás no. Son tantos nombres los ke tiene en la memoria, tantas voces, son tantos los ke no están, los ke no han llegado. Son tantos nombres distintos, tan iguales otras veces. Son tantos ke podrían ser uno solo. Son tantos ke siempre serán el mismo.

Kizás la noche sea eterna. Ojala hubiera luna llena.

AFRIKALDÍA V

Afrika atardece y se recupera de su historia. Tanto dolor inútil ke no se convierte en llanto, sólo se convierte en ganas de dar un paso más. Por un instante, se ríe. Después vuelve a levantarse y caminar. Tiene ke llegar.

AFRIKALDÍA IV





He conocido, me dice, un cooperante. Tiene la mirada ausente muchas veces. Es sincero. Puedo agarrarme a sus piernas si me asusto, y me protege. Puedo enfrentarme a sus ojos sin sentir su compasión.

Tiene la piel del color de la tierra ke le adopta. Tiene las manos abiertas y los bolsillos vacíos. No me busca por caminos, y me encuentra. No viene a salvar mi vida, pero como no lo intenta, lo consigue. No kiere darme esperanza, no me engaña. No me besa en la cabeza, no me acaricia la cara, no se sienta junto a mí para ver pasar el tiempo.

Afrika camina sola, pero sabe ke camina junto a otros. Sabe que sin ellos kizás no sería. Sabe ke sin ellos, kizás, no podría caminar.

He conocido, repite, un cooperante. Sé que sufre como yo, las mismas cosas. La corrupción lo extorsiona, como a mí. Y me asusta que pueda pensar que soy yo quien lo permite.

El dolor ke tengo dentro se le mete en las entrañas. No aguantará mucho tiempo pero sé ke volverá. Porke siempre ke se va se olvida algo. Porke siempre, antes de irse, mira atrás desde la puerta y en su mirada adivino, entre gritos de injusticia, rastros de melancolía.

Después Afrika me mira suplicante, la veo triste como nunca. Preocupada. Veo incluso en su mirada algo de resentimiento ke se mete entre sus manos y las mías. Ke se mete entre sus manos y las piernas de su amigo.

Resentimiento con rabia porke hay gente ke le impide sujetarse a sus rodillas. Resentimiento con rabia. Resentimiento de historia sin vuelta atrás, sin remedio.

Afrika no se acostumbra, aunke kiera, a su presencia. No se acostumbra a su ausencia. No se acostumbra a estar viva, ni a estar muerta. No se acostumbra a pensar ke tiene ke acostumbrarse.



Afrika se duerme sola pero sabe ke muy cerca un cooperante descansa, o lo intenta, y está solo, como ella.

14.4.08

AFRIKALDÍA III


Está aterrada. Se esconde bajo mi falda y no se atreve a salir. Llora. Escucho su llanto casi inaudible porke está entre mis piernas. Y ha elegido mis piernas, no otras, mis piernas pálidas, lechosas, mis piernas blancas, porke le dan confianza.

Afrika me pide auxilio en una lengua ke no comprendo. Tiene miedo de la gente ke la miente. Tiene miedo porke no se atreve a sufrir más. Está demasiado cansada.

La mentira es el pan de cada día para ella. La mentira. El peligro. La corrupción, la violencia, la ignorancia. Me pregunta cuánto keda. Podría decirle ke ya llegamos, ke no keda mucho, ke aguante, pero es mentira, y yo sé ke Afrika está ya harta de mentiras. Sólo kiere llegar.

Kiere encontrar su lugar. Su sitio. Pero todo está ocupado. Todos kieren llevarla a sitios ke ya existían. Ke conoce o desconoce pero ninguno es su casa. Necesita estar en casa, pero no en cualkiera, sólo en la suya. Y aún no ha llegado. Llegarás y aún no sé cuando.

Afrika busca mi mano y se incorpora. Sale de su escondite con la cara seca, limpia su falta de lágrimas con el dorso de su mano y me mira fijamente. Me sonríe. No necesita consuelo, ni ayuda. No necesita caridad.

En un portugués perfecto me susurra. Sólo kiero ke me dejen de engañar. Ke dejen de aprovecharse. Se da la vuelta y camina. Llegará y aún no sé cuando. Llegará.

AFRIKALDÍA II


Afrika despierta aterrada, la corrupción la ahoga. Dentro tiene un montón de niños ke crecerán sin saber cuándo han dejado de ser niños, demasiado deprisa y demasiado tarde.

Afrika despierta y camina por el borde de la carretera. Akellos ke la miran desde fuera se preguntan dónde va. Akellos ke la miran desde dentro se pelean por llegar. Algunos de los niños morirán en el camino y, aunke Afrika lo sabe, no descansa. Camina bajo la lluvia ke le cala hasta las partes ke nunca le ocupó nadie.

Afrika se guarda dentro cada hermano ke se cruza en el camino, cada extraño, cada ausente.

Afrika no duerme apenas, cuando la luna no brilla se despierta con los gritos de los muertos. Cuando la luna sonríe, se despierta con los llantos de los vivos. Cuando la luna es inmensa y se refleja en los ríos y los mares, se despierta con gemidos de las madres ke no llegan a parir. Y prefiere no tener ke despertarse. Prefiere caminar sola, con los niños y los muertos, con los vivos y las madres.

Afrika no siente miedo y no kiere ke la salven. Se siente contaminada por los ke tienen poder, por los ke juegan con ella, por los ke duermen con ella a cambio de un meticai. Afrika no siente miedo, no siente resentimiento.

Afrika duerme a los niños con canciones y camina muy despacio. Cuando amanece susurra para ke el sol salga lento, tarde, frágil. Si los niños se despiertan cuando Afrika no camina, Afrika se pone alerta. La corrupción no descansa, igual ke Afrika, y los niños siempre aprenden de lo ke tienen más cerca. Por eso, algunas veces, Afrika debe escaparse, correr.

Afrika deja ke pasen los días. Y camina. Y en el camino sonríe con los niños ke la llaman desde su parte más honda. El dolor sólo la empuja a seguir un poco más.

Afrika kiere llegar y las lluvias hacen ke crezcan los ríos, y tiene ke dar la vuelta y buscar otro camino. Afrika no desespera. Atraviesa por los montes y se sienta en los baobabs a reponer energía con mandioca. Un momento nada más, para seguir caminando. Intentando ke esta noche no se le cierren los ojos en mitad de una calzada.

Y si Afrika no llega, si los niños crecen tarde o muy deprisa, serán otros los culpables. Serán todos menos ella.

11.4.08

AFRIKALDÍA


frontera de moçambique y sudáfrica


Maputo. Capital.

Se ve la arcilla desde la ventana del avión. Las nubes y la arcilla del suelo. Color rojo, como tantas cosas horribles. Rojo como la sangre de los que caen cuando las cosas funcionan mal. Como el dolor cuando no sabes cómo ayudar. Rojo violencia. Rojo terror.

En las calles hay armas y violencia contenida. Hay necesidad y llanto. Hay, sobre todo, cansancio, resignación.

No hay niños, hay tan pocos que me asusta. Hay tan pocos que no es mal que un mal presagio. Y sólo he conocido la capital.

Pero no es todo angustia. También hay un poco de esperanza. Esperanza en las sonrisas de la gente que me cruzo por la calle. Esperanza en las oleadas de personas que no se conforman, y gritan, y no se dejan aplastar. También queman coches y bancos cuando no están contentos. Es algo muy humano.

Es algo muy humano pero se los trata como animales. Los menos hombres presumen de tener esclavos…





Torre de Babel...

LOS LIBROS DE HISTORIA NO SON DE VERDAD

En una sociedad que hace apología del raciocinio, que critica las utopías y que no acepta idealismos, repetimos, a pesar nuestro, los mismos...