Intenté escribirte un cuento sin argumento, porque era complicado entrelazar medias palabras escuchadas como a ratos. Intenté seguir las normas y buscar protagonistas de la historia, y sólo encontré una excusa para evitar enfrentarme a la conciencia. Es lo que tienen los cuentos, mienten sin remordimientos. Pero dicen, además, las verdades más enormes. Poco a poco, aprendí a componer con silencios una historia, con secretos, complicidades y alguna verdad a medias, el cuento que me pedías. Moldeando las frases entrecortadas por el ruido de la música, las cambiaba a blanco y negro, les quitaba los principios y finales, porque es lo que menos cuenta, las sumaba y las restaba, contándolas varias veces para no perder ninguna, y con tanto contenido intenté contar tu cuento.
creados para hacer el amor y no la guerra.